“Promover espacios libres de violencia no puede ser malo para nadie”

A pocos días que se promulgara la Ley Karin surgen voces opuestas con relación a su implementación su alcances y consecuencias, sin embargo, a juicio de la académica y directora de Transversalidad de Género, Derecho y Reconocimeinto de la Facultad de Ciencias Médicas, Claudia Solís Adams, esta legislación con enfoque de género, reconoce la histórica posición de discriminación que sufren las mujeres en el ámbito laboral y al mismo tiempo releva la importancia de generar espacios de trabajo libres de violencia. 

El 1 de agosto entró en vigencia la Ley Karin, que sanciona el acoso laboral y sexual en los espacios laborales, tanto en instituciones públicas como privadas, derecho fundamental contenido en el Convenio N° 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

La promulgación de esta Ley en Chile nace de la lucha que emprende Claudia, hermana de Karin Salgado, quien se quitó la vida luego de sufrir por un largo tiempo episodios de violencia en en el Hospital Herminda Martín de Chillán, donde se desempeñaba como Técnico Paramédico.

La ley modifica el Código del Trabajo y varios cuerpos legales en materia de prevención, investigación y sanción del acoso laboral, sexual o de violencia en el trabajo, tal como lo indica el cuerpo legal en la Biblioteca del Congreso Nacional. Para tal efecto define los eventos que intenta prevenir y sancionar si llegan a ocurrir. 

Claudia Solís Adams, directora de Transversalidad de Género, Derecho y Reconocimiento de la Facultad de Ciencias Médicas, señala que la importancia de la ley recién promulgada, “es que incorpora el enfoque de género, lo que permite reconocer la histórica posición de discriminación que sufren las mujeres en el ámbito laboral, teniendo en consideración que modifica la definición de acoso laboral, eliminando la reiteración como elemento necesario para denunciar, ya que ahora basta un evento para que sea considerado como acoso laboral. Es decir, un episodio es suficiente para denunciar, investigar e incluso desvincular a quien se acusa. Además otro aspecto importante es que ahora, el término de violencia laboral tiene relación con los eventos que el funcionariado sufre cuando terceras personas ajenas a la institución ejercen la agresión, por ejemplo, proveedores, clientes, entre otros, promoviendo espacios libres de violencia de manera más amplia”, señala la académica.

Solís dice que “respecto al acoso sexual, resalta aquellas situaciones que implican requerimientos de carácter sexual no consentido por quien lo recibe y que amenacen o perjudiquen su situación laboral o sus oportunidades en el empleo”.

Para la experta en género, si bien la Ley representa un gran avance en la materia, siempre es posible más, “sumar no sólo el enfoque de género que reconoce la discriminación que las muejres hemos vivdo al desempeñar un trabajo remunerado, es necesario sumar el reconocimiento de ese padecimiento que que sufren las personas de las diversidades y disidencias sexogenéricas, hacia una equidad que les incluya. Pensar también en una legislación que regule el trabajo doméstico no remunerado y el sistema de cuidados, sólo así es posible dirigir la esperanza a un real estado de bienestar social”.

La académica de la Facultad de Ciencias Médicas se refiere a que no sólo es importante una Ley que sancione, sino que también es fundamental que las instituciones capaciten a sus estamentos “es la manera más efectiva de promover una cultura de buen trato en los espacios laborales de distinta índole”.

Chile y el desafío de asumir esta nueva Ley

Claudia, señala que si bien pueden haber opiniones divididas con relación a la Ley Karin, lo claro es que llegó para quedarse y aplicarse. “A mí me gusta pensar que es un inmenso avance hacia la equidad. Es habitual que la desacreditación sea la herramienta más ocupada para menoscabar el avance de las luchas por la equidad, por cuanto se ha generado mucha expectación fundada en discursos que buscan dar un carácter de severo a esta ley, que aseguran que las denuncias infundadas coparán las oficinas de procedimientos administrativos de las distintas instituciones”.

La académica piensa que el cambio estructural no es fácil ni factible de lograr, “hay ciclos que se van presentando, entre ellos emergen las olas feministas que intentan ser silenciadas por corrientes conservadoras, no obstante, al contemplar esta Ley un componente de prevención, se puede promover que el asistir a trabajar no implique sufrimiento ni exclusión, sino el goce de un desempeño armónico que deviene en buen rendimiento e incluso réditos para la institución que asegura espacios libres de violencias para quienes trabajan en ella. Eso no puede ser malo para nadie”.

Martes, Agosto 6, 2024